En la ciudad, cualquier demora en el tráfico (por más corta que sea) hace estallar las bocinas y los insultos. Quizás por la magia de la nieve, ayer miles de tucumanos soportaron embotellamientos brutales en el cerro y nadie insultó ni se quejó. En San Javier, en Villa Nougués y en Alpachiri todo fue sonrisas y alegría. A pesar de que los caminos colapsaron, niños, adultos y ancianos disfrutaron de ese manto blanco que el sol amenazaba con derretir. Incluso, hasta bien entrada la noche todavía había vehículos con muñecos de nieve en el techo y en el capot recorriendo el cerro.